"Estamos aquí de paso y vamos a pasarla bien", dijo en marzo pasado Verónica Toussaint a la revista "All you need". Y, ciertamente, la conductora y actriz nacida en Monterrey, así se manejó en su vida, algo que incrementó desde 2021, cuando hizo público el cáncer de mama que padecía. Tenía días malos a causa de la quimioterapia, pero abrazó una actitud positiva en la que ayudó la terapia psicológica, la meditación y el apoyo de su familia y amigos para enfrentarla.

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De adolescente practicó el atletismo que le dio las bases de nunca dejarse caer, pues siendo baja de estatura tenía que batallar de más en las competencias. No iba a fiestas porque se la pasaba entrenando intentanto llegar a buenas marcas y así ir escalando en las competencias. Ahí fue donde aprendió a alburear y tener la chispa que la distinguió durante su vida. A los 19 años entró a la universidad y optó por abrazar la comunicación. Pero inquieta, colaboraba en varias cosas como monitoreo de medios y cuestiones ambientales, algo que finalmente también fue dejando de lado porque todo era de oficina. Luego de terminar la carrera decidió actuación, algo que realmente siempre había querido hacer. Y contó con el apoyo de su entonces marido. Las telenovelas "Cara o cruz" y "Amarte mi pecado" fueron sus primeros trabajos profesionales, a la siguieron las series "Capadocia" y "Hermanos y detectives" y cintas como "Oso polar", historia que fue hecha enteramente con un iphone y cuyo trabajo le hizo recibir el premio Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas a Coactuación Femenina. Fue escritora del programa "Hoy" de la mano del productor Reynaldo López; en Canal Once tuvo a su cargo programas como uno de yoga y otro sobre sexo y en radio trabajó con Eduardo Videgaray en la emisión "La corneta".

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"Me gusta entretener, sea cine, radio, tv, comedia", dijo al programa "El minuto que cambió mi destino". Apenas en marzo pasado Verónica estaba feliz promocionando el lanzamiento de la cuarta entrega de Kung Fu Panda, en la que dio voz a Zhen, una zorra que es ladrona por necesidad, ya que de pequeña fue abandonada y sólo así pudo sobrevivir. "Que me dejen jugar aquí, ya es un honor", decía en las entrevistas esta mujer de 48 años de edad. Durante el tratamiento contra el cáncer, al que llamaba triatlón, Verónica nunca dejó de trabajar, siendo esta la manera en que no se dejó caer y mantenerse ocupada.

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